sábado, febrero 28, 2004
Tarde de Perros
El espléndido brillo del sol contrastaba con la nube negra que tenia instalada en mi cabeza, esa fue la primera sensación al despertar de la siesta.
Como muchas siestas, había sido una buena idea en su comienzo, pero parecía que me iba a costar una vida para salir del trance. Poner la pava para el mate era el esfuerzo casi inhumano que algo vivo en mi cabeza, me decía que debía hacer, era una opinión, un buen consejo. Tratar de comprender la cocina con sus llaves, perillas, botones... todo para mantener el fuego controlado en el tiempo y el espacio, activar los dispositivos de las cosas que hacemos mecánicamente, automáticamente, era un tramite que no recordaba como comenzar.
La pava, con su artilugio, para que el agua chille de hervida, ese silbido tan agudo que duele solo de imaginarlo, inicia una reflexión recurrente; casi como una pesadilla, para nosotros, los cultores del rito del mate. Es el sonido del fracaso del agua. Ese sonido que traspasa los tímpanos, es el llanto del agua hervida recién nacida, que acaba de matar al agua para el mate. Ese mismo sonido que a un Ingles le hace mirar el reloj y le instala una sonrisa autosuficiente, cuando comprueba que son las cinco en punto.
El mate estaba en proceso de ejecución, solo había que esperar ese momento antes de que naciera la maldita agua hervida y asesina, el adecuado para retirar el agua del fuego, ese instante justo antes de la muerte del agua de mate. Me senté totalmente exhausto por el esfuerzo físico e intelectual, esperando los frutos del mismo, esperando mi resurrección.
Los golpes en la puerta fueron cuatro, suaves y de manos pequeñas, como todo me parecía extraño, me levante a abrir la puerta con más curiosidad de saber quien la golpeaba cuatro veces con manos pequeñas, que con ganas de hacer nada o de ver a nadie.
Eran los hijos de mi vecino. Siempre rompían las pelotas con las pelotas que se le cruzaban de lado del cerco. Yo puse cara, (mascara) de “otra vez rompiendo con la pelota”, idea civilizada, versión solo un poco más sociable de “otra vez rompiendo las pelotas”, les dije ”Que pasa”. La cara de ellos tenia ojos inyectados de furia y dolor. “¿Podemos pasar a buscar el gatito que su perro nos mató?”, esa fue su pregunta directa, sin que mediare unas ”buenas tardes” por parte de ellos tampoco. Ante semejante pregunta, uno no puede decir; “si, adelante, pasen por favor y llévense todos los gatos muertos del patio que quieran”. Fue lo primero que se me ocurrió, afortunadamente para los chicos no lo dije. “Pasen”, más el ademán de abrir un poco más la puerta fue la segunda opción, fue la opción elegida para ser ejecutada. Llegamos al patio del fondo y allí estaba el gatito, todo desarmado y con cara de gato que vio las siete muertes todas en una antes de morir. A su lado con cara de plena satisfacción por haber cumplido con su deber de fiel amigo del hombre, con el orgullo de haber hecho su tarea, a pesar del handicap de estar atado a ese tronco de ciprés, que hace también las veces de orinal, estaba mi perro. Tuve ganas de pegarle una flor de patada en las costillas, si no fuera por su maldito instinto, yo estaría sentado, esperando que el agua no hirviera –como cualquier otra vez en la vida que uno espera que las cosas no pasen-. Después de esas ganas ( las de patear al perro) me vinieron unas terribles ganas de patear al gato, estúpido y poco previsor, mal calculador de cadenas de perros atados. Esa idea me resultó poco practica, ya que el gato, después de todo ya había tenido su castigo y estaba lejos de patadas y otros castigos menores. Pasado un par de segundos, se me habían ido las ganas de patear y les pregunte a los chiquitos, que miraban al gato seguramente recordando momentos más felices, si querían una bolsita para poder llevárselo. Al triste “si”, de uno de los chiquitos, entré en la casa y les traje una bolsa de supermercado.
Una voz inesperada, dijo, ”Vas a necesitar una bolsa más grande”. Al levantar la vista, me encuentro con la cara de mi vecino (el papá de los chicos y quizás también el papá del gatito), mirándome del otro lado del cerco. A todo esto mi perro ya intuía que lo que había hecho, no estaba del todo bien por algún motivo lejos más allá de su comprensión, y se había zambullido en su cucha en un repliegue que no estimé por cobardía, sino como estratégico. Mirando al perro en la cucha, pensaba en la sugerencia de mi vecino y no encontraba el porque, entonces le pregunte, “¿para que una bolsa más grande? , fue una pregunta sincera, sin ninguna doble intención, como si le estuviera diciendo “parece que tenes una idea piola”
__ Para tu perro, porque te lo voy a matar. Yo mire a los chicos (dos de este lado del cerco y dos del otro, al lado de su papá) casi les digo, ¿vieron?, Su papá es más animal que mi perro. Tuve una imagen fugaz de mi vecino, atado a un árbol, en tres patas, ya que había levantado la restante para marcar el territorio. En cambio me salió, “ Mi perro está atado en mi terreno”. Fue una reafirmación de soberanía territorial (me vi a mi mismo correteando por mi terreno, meando libremente a los cuatro vientos). No sé que fue lo que él dijo, lo que yo escuche, fue el silbido de la pava, el agua del mate había muerto. Me precipite al interior de la casa, ya era tarde, por más que cerrara la llave del gas con bronca, ya era tarde, el agua había hervido, había muerto el agua del mate.
¿Porqué un día colgué el machete de la puerta del fondo?, No lo sé. Solo sé que se despertó de un humor peor que el mío cuando lo empuñe y salimos juntos al fondo. No había más gato, no había más chicos, solo estaba mi vecino, mi perro y el sol, ese maldito sol brillando implacable sobre todo lo que hay, ese sol que se refleja en el filo de los machetes que alienados buscan sombras, oscuridades.
De George Wellington, para Juan Salvo
El espléndido brillo del sol contrastaba con la nube negra que tenia instalada en mi cabeza, esa fue la primera sensación al despertar de la siesta.
Como muchas siestas, había sido una buena idea en su comienzo, pero parecía que me iba a costar una vida para salir del trance. Poner la pava para el mate era el esfuerzo casi inhumano que algo vivo en mi cabeza, me decía que debía hacer, era una opinión, un buen consejo. Tratar de comprender la cocina con sus llaves, perillas, botones... todo para mantener el fuego controlado en el tiempo y el espacio, activar los dispositivos de las cosas que hacemos mecánicamente, automáticamente, era un tramite que no recordaba como comenzar.
La pava, con su artilugio, para que el agua chille de hervida, ese silbido tan agudo que duele solo de imaginarlo, inicia una reflexión recurrente; casi como una pesadilla, para nosotros, los cultores del rito del mate. Es el sonido del fracaso del agua. Ese sonido que traspasa los tímpanos, es el llanto del agua hervida recién nacida, que acaba de matar al agua para el mate. Ese mismo sonido que a un Ingles le hace mirar el reloj y le instala una sonrisa autosuficiente, cuando comprueba que son las cinco en punto.
El mate estaba en proceso de ejecución, solo había que esperar ese momento antes de que naciera la maldita agua hervida y asesina, el adecuado para retirar el agua del fuego, ese instante justo antes de la muerte del agua de mate. Me senté totalmente exhausto por el esfuerzo físico e intelectual, esperando los frutos del mismo, esperando mi resurrección.
Los golpes en la puerta fueron cuatro, suaves y de manos pequeñas, como todo me parecía extraño, me levante a abrir la puerta con más curiosidad de saber quien la golpeaba cuatro veces con manos pequeñas, que con ganas de hacer nada o de ver a nadie.
Eran los hijos de mi vecino. Siempre rompían las pelotas con las pelotas que se le cruzaban de lado del cerco. Yo puse cara, (mascara) de “otra vez rompiendo con la pelota”, idea civilizada, versión solo un poco más sociable de “otra vez rompiendo las pelotas”, les dije ”Que pasa”. La cara de ellos tenia ojos inyectados de furia y dolor. “¿Podemos pasar a buscar el gatito que su perro nos mató?”, esa fue su pregunta directa, sin que mediare unas ”buenas tardes” por parte de ellos tampoco. Ante semejante pregunta, uno no puede decir; “si, adelante, pasen por favor y llévense todos los gatos muertos del patio que quieran”. Fue lo primero que se me ocurrió, afortunadamente para los chicos no lo dije. “Pasen”, más el ademán de abrir un poco más la puerta fue la segunda opción, fue la opción elegida para ser ejecutada. Llegamos al patio del fondo y allí estaba el gatito, todo desarmado y con cara de gato que vio las siete muertes todas en una antes de morir. A su lado con cara de plena satisfacción por haber cumplido con su deber de fiel amigo del hombre, con el orgullo de haber hecho su tarea, a pesar del handicap de estar atado a ese tronco de ciprés, que hace también las veces de orinal, estaba mi perro. Tuve ganas de pegarle una flor de patada en las costillas, si no fuera por su maldito instinto, yo estaría sentado, esperando que el agua no hirviera –como cualquier otra vez en la vida que uno espera que las cosas no pasen-. Después de esas ganas ( las de patear al perro) me vinieron unas terribles ganas de patear al gato, estúpido y poco previsor, mal calculador de cadenas de perros atados. Esa idea me resultó poco practica, ya que el gato, después de todo ya había tenido su castigo y estaba lejos de patadas y otros castigos menores. Pasado un par de segundos, se me habían ido las ganas de patear y les pregunte a los chiquitos, que miraban al gato seguramente recordando momentos más felices, si querían una bolsita para poder llevárselo. Al triste “si”, de uno de los chiquitos, entré en la casa y les traje una bolsa de supermercado.
Una voz inesperada, dijo, ”Vas a necesitar una bolsa más grande”. Al levantar la vista, me encuentro con la cara de mi vecino (el papá de los chicos y quizás también el papá del gatito), mirándome del otro lado del cerco. A todo esto mi perro ya intuía que lo que había hecho, no estaba del todo bien por algún motivo lejos más allá de su comprensión, y se había zambullido en su cucha en un repliegue que no estimé por cobardía, sino como estratégico. Mirando al perro en la cucha, pensaba en la sugerencia de mi vecino y no encontraba el porque, entonces le pregunte, “¿para que una bolsa más grande? , fue una pregunta sincera, sin ninguna doble intención, como si le estuviera diciendo “parece que tenes una idea piola”
__ Para tu perro, porque te lo voy a matar. Yo mire a los chicos (dos de este lado del cerco y dos del otro, al lado de su papá) casi les digo, ¿vieron?, Su papá es más animal que mi perro. Tuve una imagen fugaz de mi vecino, atado a un árbol, en tres patas, ya que había levantado la restante para marcar el territorio. En cambio me salió, “ Mi perro está atado en mi terreno”. Fue una reafirmación de soberanía territorial (me vi a mi mismo correteando por mi terreno, meando libremente a los cuatro vientos). No sé que fue lo que él dijo, lo que yo escuche, fue el silbido de la pava, el agua del mate había muerto. Me precipite al interior de la casa, ya era tarde, por más que cerrara la llave del gas con bronca, ya era tarde, el agua había hervido, había muerto el agua del mate.
¿Porqué un día colgué el machete de la puerta del fondo?, No lo sé. Solo sé que se despertó de un humor peor que el mío cuando lo empuñe y salimos juntos al fondo. No había más gato, no había más chicos, solo estaba mi vecino, mi perro y el sol, ese maldito sol brillando implacable sobre todo lo que hay, ese sol que se refleja en el filo de los machetes que alienados buscan sombras, oscuridades.
De George Wellington, para Juan Salvo
viernes, febrero 27, 2004
Cuentos Infantiles
Asi como hoy el Counter Strike hace furor en los niños,en los buenos tiempos,nuestra patria chica estuvo plagada de leyendas y mitos que en tradición oral pasaron de generación en generación.Las mismas hoy estan en desuso,solamente las recuerdan algunos abuelos memoriosos que se afanan en fascinar a los niños con las mismas,pero los mismos estan demasiado ocupados en asesinar terroristas o policias.
A continuación,ponemos a dispocición de ustedes algunas de las mismas para que saquen sus propias conclusiones.
El Monstruo Tito
El monstruo Tito tenia como teatro de operaciones el Parque Sarmiento.Sabido era por las señoras del barrio que capturaba jovencitas a las que sometia a sus mas bajos instintos.El monstruo se conducia en una nave infernal que ostentaba una furiosa lengua en la parte de atras,y a su paso dejaba una estela de humo agrio y musica estridente.La nave siempre estaba cargada de niños y niñas a los que atraia con diversas golosinas y dulces.Tambien solia verse la presencia del Monstruo Tito en el Centro Comercial Hechesortu y Casas,donde segun se rumoreaba existia una boca del Infierno.El Monstruo Tito se volvio una amenaza publica,ya que los niños en lugar de temerle lo idolatraban,y ya se sabe,los vecinos llamaron a el cura,este llamo al comisario y una tarde el monstruo Tito fue atrapado y encerrado en una mazmorra.
Su nave infernal fue destruida,los niños contaminados por su monstruosidad vagaban por el parque como vampiros abandonados,sedientos de sangre,cada día mas parecidos a espectros.En la mazmorra donde fue encerrado,padecío humillaciones de Monstruos mas feroces y desalmados,que terminaron por aniquilar su monstruosidad.Una tarde el Monstruo Tito volvio al Parque Sarmiento,pero ya no habian niños,intento recuperar su nave infernal,pero la misma fue reducida cenizas.Alguna vecinas lo reconocieron,pero nadie se animo a decirle nada.En la actualidad el Monstruo Tito,deambula con los espectros de los niños que alguna vesz lo idolatraron,por las mismas plazas,calles y veredas donde alguna vez sembro el terror.
el Monstruo Tito despues de la mazmorra
La Balada de Chopo y Chipa
Chopo,Chipa y Carlitos
repartian por las noches papelitos
Chopo perdio
tambien Chipa y Carlitos
pero no desesperaos
por que ahora
ahora te los vende Gabrielito
Anonimo Popular

Chopo y Chipa en los años felices
Asi como hoy el Counter Strike hace furor en los niños,en los buenos tiempos,nuestra patria chica estuvo plagada de leyendas y mitos que en tradición oral pasaron de generación en generación.Las mismas hoy estan en desuso,solamente las recuerdan algunos abuelos memoriosos que se afanan en fascinar a los niños con las mismas,pero los mismos estan demasiado ocupados en asesinar terroristas o policias.
A continuación,ponemos a dispocición de ustedes algunas de las mismas para que saquen sus propias conclusiones.
El Monstruo Tito
El monstruo Tito tenia como teatro de operaciones el Parque Sarmiento.Sabido era por las señoras del barrio que capturaba jovencitas a las que sometia a sus mas bajos instintos.El monstruo se conducia en una nave infernal que ostentaba una furiosa lengua en la parte de atras,y a su paso dejaba una estela de humo agrio y musica estridente.La nave siempre estaba cargada de niños y niñas a los que atraia con diversas golosinas y dulces.Tambien solia verse la presencia del Monstruo Tito en el Centro Comercial Hechesortu y Casas,donde segun se rumoreaba existia una boca del Infierno.El Monstruo Tito se volvio una amenaza publica,ya que los niños en lugar de temerle lo idolatraban,y ya se sabe,los vecinos llamaron a el cura,este llamo al comisario y una tarde el monstruo Tito fue atrapado y encerrado en una mazmorra.
Su nave infernal fue destruida,los niños contaminados por su monstruosidad vagaban por el parque como vampiros abandonados,sedientos de sangre,cada día mas parecidos a espectros.En la mazmorra donde fue encerrado,padecío humillaciones de Monstruos mas feroces y desalmados,que terminaron por aniquilar su monstruosidad.Una tarde el Monstruo Tito volvio al Parque Sarmiento,pero ya no habian niños,intento recuperar su nave infernal,pero la misma fue reducida cenizas.Alguna vecinas lo reconocieron,pero nadie se animo a decirle nada.En la actualidad el Monstruo Tito,deambula con los espectros de los niños que alguna vesz lo idolatraron,por las mismas plazas,calles y veredas donde alguna vez sembro el terror.

el Monstruo Tito despues de la mazmorra
La Balada de Chopo y Chipa
Chopo,Chipa y Carlitos
repartian por las noches papelitos
Chopo perdio
tambien Chipa y Carlitos
pero no desesperaos
por que ahora
ahora te los vende Gabrielito
Anonimo Popular


Chopo y Chipa en los años felices
miércoles, febrero 25, 2004

Parralitos Mendocinos
Unos tarugos como el dedo/
cargados de humo/
se clavaron en el pecho de los pibes/
dos amigos comunes/
por los ojos se escapaban
los chinchulines del alma/
los parralitos se cruzaban
y los tipos se clavaban sanguinolentos
cuchillos de humo en las miradas/
ahora estan en el culo del mundo
buscandose en esos parrales infinitos.
German Avendaño,desde la Nueva Jerusalen,Departamento de La Paz
![]() |
los poemas de Marxelo
Como el Viento
soy como el viento
sin destino
pero esta noche
tengo frío
De Náufrago
Seré el forastero que arriba a tu jardín
una noche de luna negra
de tiempos prestados
de letanías tatuadas en cemento
y tabaco confiscado en mis bolsillos.
Llegaré con poca ropa –suele ser un buen disfraz– ,
no me verás aparecer por detrás de tus cortinas,
no formo parte de ninguna procesión
mi camino fue forjado
por tu sombra
que me alumbró una tarde de enero,
una tarde de calor,
de incienso de mar,
de capítulos por escribir.
Cansado de cumplir condena en el presidio
más ordinario de bocas ajenas.
Llego, también con temor,
llego para saberme en tu cama,
llego al abrigo de tus piernas
llego a tierra firme
después de naufragar en océanos grises
y mareas de silencio
Me tendrás hasta el alba
me tendrás adentro tuyo
y antes del sol
mi último gemido me delatará
y es que vine por vos...
Vine a decirte que
eso que buscás
también esta en mí.
Que es tiempo de nacer,
que el pasado ha desaparecido
que allá, donde se encuentran en secreto,
la luna y el sol,
hay un lugar para vos,
para mí.
Hay una canción que todavía no termino de escribir,
hay una poesía que te necesita,
hay versos que intento escribir
y vos tenés la pluma
No, no te vayas a dormir.
que ya es casi de madrugada,
que ya estoy acá.
Marcelo Neyra
Como el Viento
soy como el viento
sin destino
pero esta noche
tengo frío
De Náufrago
Seré el forastero que arriba a tu jardín
una noche de luna negra
de tiempos prestados
de letanías tatuadas en cemento
y tabaco confiscado en mis bolsillos.
Llegaré con poca ropa –suele ser un buen disfraz– ,
no me verás aparecer por detrás de tus cortinas,
no formo parte de ninguna procesión
mi camino fue forjado
por tu sombra
que me alumbró una tarde de enero,
una tarde de calor,
de incienso de mar,
de capítulos por escribir.
Cansado de cumplir condena en el presidio
más ordinario de bocas ajenas.
Llego, también con temor,
llego para saberme en tu cama,
llego al abrigo de tus piernas
llego a tierra firme
después de naufragar en océanos grises
y mareas de silencio
Me tendrás hasta el alba
me tendrás adentro tuyo
y antes del sol
mi último gemido me delatará
y es que vine por vos...
Vine a decirte que
eso que buscás
también esta en mí.
Que es tiempo de nacer,
que el pasado ha desaparecido
que allá, donde se encuentran en secreto,
la luna y el sol,
hay un lugar para vos,
para mí.
Hay una canción que todavía no termino de escribir,
hay una poesía que te necesita,
hay versos que intento escribir
y vos tenés la pluma
No, no te vayas a dormir.
que ya es casi de madrugada,
que ya estoy acá.
Marcelo Neyra
martes, febrero 24, 2004
nos linkeraon
"La Nueva Flor" (se acuerdan del Vity Fayad y aquel slogan,por una ciudad en flor?), nos linquio,ademas nos armo un banner precioso,y ahora parecemos personas serias y proximamente,insertare el cartelito en el blog.No queda mas que agradecer a Marxelo,y comprometernos a pagar los elixires a consumir en el proximo encuentro.Salú
domingo, febrero 22, 2004

Cerezas
Esa mujer que ahora mismito se parece a santa teresa
en el revés de un éxtasis / hace dos o tres besos fue
mar absorto en el colibrí que vuela por su ojo izquierdo
cuando le dan de amar /
y un beso antes todavía /
pisaba el mundo corrigiendo la noche
con un pretexto cualquiera / en realidad es una nube
a caballo de una mujer / un corazón
que avanza en elefante cuando tocan
el himno nacional y ella
rezonga como un bandoneón mojado hasta los huesos
por la llovizna nacional /
esa mujer pide limosna en un crepúsculo de ollas
que lava con furor / con sangre / con olvido /
encenderla es como poner en la vitrola un disco de gardel /
caen calles de fuego de su barrio irrompible
y una mujer y un hombre que caminan atados
al delantal de penas con que se pone a lavar /
igual que mi madre lavando pisos cada día /
para que el día tenga una perla en los pies /
es una perla de rocío /
mamá se levantaba con los ojos llenos de rocío /
le crecían cerezas en los ojos y cada noche los besaba el rocío /
en la mitad de la noche me despertaba el ruido de sus cerezas creciendo /
el olor de sus ojos me abrigaba en la pieza /
siempre le vi ramitas verdes en las manos con que fregaba el día /
limpiaba suciedades del mundo /
lavaba el piso del sur /
volviendo a esa mujer / en sus hojas más altas se posan
los horizontes que miré mañana /
los pajaritos que volarán ayer /
yo mismo con su nombre en mis labios
Juan Gelman
jueves, febrero 19, 2004
Fragmento de "Los siete locos"
El farmacéutico meditó un instante. Una expresión grave se disolvió en la superficie de su semblante abotagado; luego, calmosamente, agregó:
Tenés razón... el mundo está lleno de turros, de infelices... pero ¿cómo remediarlo? Esto es lo que a mí me preocupa. ¿De qué forma presentarle nuevamente las verdades sagradas a esa gente que no tiene fe?
Pero si la gente lo que necesita es plata... no sagradas verdades.
No, es que eso pasa por el olvido de las Escrituras. Un hombre que lleva en sí las sagradas verdades no lo roba a su patrón, no defrauda a la compañía en que trabaja, no se coloca en situación de ir a la cárcel del hoy al mañana.
Luego se rascó pensativamente la nariz y continuó:
Además, ¿quién no te dice que eso no sea para bien? ¿Quiénes van a hacer la revolución social, si no los estafadores, los desdichados, los asesinos, los fraudulentos, toda la canalla que sufre abajo sin esperanza alguna? ¿O te creés que la revolución la van a hacer los cagatintas y los tenderos?
Roberto Arlt
El farmacéutico meditó un instante. Una expresión grave se disolvió en la superficie de su semblante abotagado; luego, calmosamente, agregó:
Tenés razón... el mundo está lleno de turros, de infelices... pero ¿cómo remediarlo? Esto es lo que a mí me preocupa. ¿De qué forma presentarle nuevamente las verdades sagradas a esa gente que no tiene fe?
Pero si la gente lo que necesita es plata... no sagradas verdades.
No, es que eso pasa por el olvido de las Escrituras. Un hombre que lleva en sí las sagradas verdades no lo roba a su patrón, no defrauda a la compañía en que trabaja, no se coloca en situación de ir a la cárcel del hoy al mañana.
Luego se rascó pensativamente la nariz y continuó:
Además, ¿quién no te dice que eso no sea para bien? ¿Quiénes van a hacer la revolución social, si no los estafadores, los desdichados, los asesinos, los fraudulentos, toda la canalla que sufre abajo sin esperanza alguna? ¿O te creés que la revolución la van a hacer los cagatintas y los tenderos?
Roberto Arlt
martes, febrero 17, 2004
Copersucar
Un R-6 amarillo bajo el agobiante sol de aquel mediodía de noviembre en Mendoza. La aguja del medidor de nafta, estaba acostada debajo del cero hacia rato. Encendí un cigarrillo, sabiendo que no lo terminaría antes de llegar a la Estación de Servicio.
En un cruce de dos antiguas rutas estaba la Estación de Servicio. Si bien ahora quedaba a pocos minutos del Centro, conservaba la estructura de aquellas estaciones de servicio de las afueras, donde se abastecen camiones y camioneros antes o después de largos viajes. El ancho playón, antiguo estacionamiento de grandes vehículos manejados por los profesionales del rubro, ahora era un caos sin señalización por donde circulaban camiones, autos, bicicletas y peatones, en ambos sentidos de cada punto cardinal, y también en las infinitas diagonales.
En el semáforo de esa esquina en la que los años pusieron una rotonda, tiré el cigarrillo por la ventanilla. Trataba de deducir que es lo que iban a hacer los vehículos que tenían probabilidad de estorbar o interceptar mi trayectoria, cuando la luz verde indicara para la mayoría, “sálvese quien pueda”. Evaluaciones complejas donde intervenían, tamaño del vehículo, temeridad del conductor, urgencias inconfesables y otras variables reales, imaginarias e inimaginables, sucedían en los interiores de cada vehículo, algunos trataban de hacer claras sus intenciones con aceleradas intimidatorias.
Pasé la turbulencia del semáforo verde sin consecuencias, para entrar en la Estación de Servicio, ese playón sin ley.
Avanzaba despacio, casi a paso de hombre. Había mucha actividad, pero el camino a mi destino, el surtidor de nafta, estaba despejado. No por eso había que arrebatarse y acelerar, sino todo lo contrario. A lo lejos venia una bicicleta en dirección, que a los efectos prácticos, podría definir como perpendicular a la mía. En un principio no le di ninguna importancia, pero luego me comenzó a llamar la atención que seguía viniendo hacia mí, yo avanzaba y el conductor de la bicicleta, seguía dirigiéndola hacia mi R-6, como si viniese montado en algún tipo de torpedo teledirigido. A cada nueva posición mía, él parecía corregir automáticamente su rumbo, para seguir apuntándome. A unos treinta metros de mi meta, cuando ya creía haber logrado mi propósito sin inconvenientes, la bicicleta impacto en la parte trasera de mi auto, con la consecuente caída de su tripulante.
Fue una evaluación rápida, cuando mire hacia atrás (no por el espejito, me di vuelta en el asiento), el tipo ya se estaba levantando, no tenía sentido parar en el medio del playón. Seguí hasta la bomba, donde me esperaba el playero, manguera en mano. Me baje del R-6, fui a mirar el lugar del impacto en el auto, (esa mirada de inspección que tenemos todos, cuando chocamos o nos chocan), no tenía nada, le pase la mano a la chapa, como haciéndole una caricia. El tipo se había quedado parado en el lugar del “accidente”, a más de treinta metros e intercalaba miradas de inspección a su bicicleta con miradas llenas de odio hacia mí. Entonces yo le pegué el grito.
__ Sos loco, andas en pedo o estás medio pelotudo.
Evidentemente, el abanico de posibilidades que le di a elegir, no fue de su agrado, ya que empezó a gritar, hacer ademanes y gesticulaciones que evidentemente eran, más que una justa defensa, agresiones hacia mi persona. Era claro que el tipo me estaba puteando, a pesar de que no se escuchaban sus insultos debido al gran quilombo de motores de camiones, bocinazos y frenadas entre otros ruidos. Entonces pase a explicarle a los gritos y con las señas correspondientes.
__ Pero que te pasa infeliz, no te das cuenta que sos vos el pelotudo que me has chocado. Tomatela, conchudo...
Para que, el tipo se puso más loco, gritaba como un marrano, se sacudía la tierra de la ropa, señalaba la bicicleta y ejecutaba exagerados ademanes amenazantes hacia mí, mientras seguía además evaluando los daños recibidos en su persona y vehículo. El calor y el ruido en el playón eran insoportables, me di cuenta que me estaba calentando más de la cuenta y que no tenía sentido seguir discutiendo a las señas y a la distancia. Como el no se acercaba y yo no pensaba alejarme de mi auto, decidí gritarle.
__ Anda a cagar, boludo.
Si él decidía acercarse, tendríamos que seguir la discusión. Yo me di vuelta para dirigirme al playero que todavía estaba esperando con la manguera en la mano y me miraba con cara de duda y de asombro. Le dije.
__ Te parece ese pelotudo, me lleva él por delante y encima me putea, ¿es loco o que mierda le pasa?
El playero, siguiendo con la vista al otro tipo, que ya se había subido a la bicicleta y se alejaba despacito mirando de vez en cuando para atrás y seguramente soltándome alunas puteadas más, me preguntó.
__ ¿Cuánto le echamos Flaco?. Parece que conocía al otro tipo y no quiso tomar partido.
__ Diez pesos. Le dije.
Los numeritos de la bomba comenzaron a correr hasta clavarse en los diez pesos. El playero, mientras guardaba el billete que yo le di, dijo a modo de reflexión.
__ Mieeerrrcole..., casi lo haces hablar al mudo.
de G.W. para Juan Salvo

Un R-6 amarillo bajo el agobiante sol de aquel mediodía de noviembre en Mendoza. La aguja del medidor de nafta, estaba acostada debajo del cero hacia rato. Encendí un cigarrillo, sabiendo que no lo terminaría antes de llegar a la Estación de Servicio.
En un cruce de dos antiguas rutas estaba la Estación de Servicio. Si bien ahora quedaba a pocos minutos del Centro, conservaba la estructura de aquellas estaciones de servicio de las afueras, donde se abastecen camiones y camioneros antes o después de largos viajes. El ancho playón, antiguo estacionamiento de grandes vehículos manejados por los profesionales del rubro, ahora era un caos sin señalización por donde circulaban camiones, autos, bicicletas y peatones, en ambos sentidos de cada punto cardinal, y también en las infinitas diagonales.
En el semáforo de esa esquina en la que los años pusieron una rotonda, tiré el cigarrillo por la ventanilla. Trataba de deducir que es lo que iban a hacer los vehículos que tenían probabilidad de estorbar o interceptar mi trayectoria, cuando la luz verde indicara para la mayoría, “sálvese quien pueda”. Evaluaciones complejas donde intervenían, tamaño del vehículo, temeridad del conductor, urgencias inconfesables y otras variables reales, imaginarias e inimaginables, sucedían en los interiores de cada vehículo, algunos trataban de hacer claras sus intenciones con aceleradas intimidatorias.
Pasé la turbulencia del semáforo verde sin consecuencias, para entrar en la Estación de Servicio, ese playón sin ley.
Avanzaba despacio, casi a paso de hombre. Había mucha actividad, pero el camino a mi destino, el surtidor de nafta, estaba despejado. No por eso había que arrebatarse y acelerar, sino todo lo contrario. A lo lejos venia una bicicleta en dirección, que a los efectos prácticos, podría definir como perpendicular a la mía. En un principio no le di ninguna importancia, pero luego me comenzó a llamar la atención que seguía viniendo hacia mí, yo avanzaba y el conductor de la bicicleta, seguía dirigiéndola hacia mi R-6, como si viniese montado en algún tipo de torpedo teledirigido. A cada nueva posición mía, él parecía corregir automáticamente su rumbo, para seguir apuntándome. A unos treinta metros de mi meta, cuando ya creía haber logrado mi propósito sin inconvenientes, la bicicleta impacto en la parte trasera de mi auto, con la consecuente caída de su tripulante.
Fue una evaluación rápida, cuando mire hacia atrás (no por el espejito, me di vuelta en el asiento), el tipo ya se estaba levantando, no tenía sentido parar en el medio del playón. Seguí hasta la bomba, donde me esperaba el playero, manguera en mano. Me baje del R-6, fui a mirar el lugar del impacto en el auto, (esa mirada de inspección que tenemos todos, cuando chocamos o nos chocan), no tenía nada, le pase la mano a la chapa, como haciéndole una caricia. El tipo se había quedado parado en el lugar del “accidente”, a más de treinta metros e intercalaba miradas de inspección a su bicicleta con miradas llenas de odio hacia mí. Entonces yo le pegué el grito.
__ Sos loco, andas en pedo o estás medio pelotudo.
Evidentemente, el abanico de posibilidades que le di a elegir, no fue de su agrado, ya que empezó a gritar, hacer ademanes y gesticulaciones que evidentemente eran, más que una justa defensa, agresiones hacia mi persona. Era claro que el tipo me estaba puteando, a pesar de que no se escuchaban sus insultos debido al gran quilombo de motores de camiones, bocinazos y frenadas entre otros ruidos. Entonces pase a explicarle a los gritos y con las señas correspondientes.
__ Pero que te pasa infeliz, no te das cuenta que sos vos el pelotudo que me has chocado. Tomatela, conchudo...
Para que, el tipo se puso más loco, gritaba como un marrano, se sacudía la tierra de la ropa, señalaba la bicicleta y ejecutaba exagerados ademanes amenazantes hacia mí, mientras seguía además evaluando los daños recibidos en su persona y vehículo. El calor y el ruido en el playón eran insoportables, me di cuenta que me estaba calentando más de la cuenta y que no tenía sentido seguir discutiendo a las señas y a la distancia. Como el no se acercaba y yo no pensaba alejarme de mi auto, decidí gritarle.
__ Anda a cagar, boludo.
Si él decidía acercarse, tendríamos que seguir la discusión. Yo me di vuelta para dirigirme al playero que todavía estaba esperando con la manguera en la mano y me miraba con cara de duda y de asombro. Le dije.
__ Te parece ese pelotudo, me lleva él por delante y encima me putea, ¿es loco o que mierda le pasa?
El playero, siguiendo con la vista al otro tipo, que ya se había subido a la bicicleta y se alejaba despacito mirando de vez en cuando para atrás y seguramente soltándome alunas puteadas más, me preguntó.
__ ¿Cuánto le echamos Flaco?. Parece que conocía al otro tipo y no quiso tomar partido.
__ Diez pesos. Le dije.
Los numeritos de la bomba comenzaron a correr hasta clavarse en los diez pesos. El playero, mientras guardaba el billete que yo le di, dijo a modo de reflexión.
__ Mieeerrrcole..., casi lo haces hablar al mudo.
de G.W. para Juan Salvo
El hombre, en su orgullo, creó a Dios a su imagen y semejanza.
hoy vengo a descubrir que es de nietzche, yo la habia tomado hasta que descubriera quien la penso primero. Bueno, menos mal que no era del Oso Dominguez.
G.W.
hoy vengo a descubrir que es de nietzche, yo la habia tomado hasta que descubriera quien la penso primero. Bueno, menos mal que no era del Oso Dominguez.
G.W.
lunes, febrero 16, 2004
A las personas extrañas,le suceden cosas extrañas,decia el Hermano mayor.Los días se viven como una pelicula,o sea,no queda otra que esperar un final feliz.Que se yo,despues de todo,no esta mal esperar una donde los ladrones le ganen a los policias,y la momia pueda vencer a Karadagian.Despues de todo si,Zaffaroni esta en la Suprema Corte de Justicia,todo es posible en este mundo infame.
martes, febrero 10, 2004
21
Ya no brilla ni luce como años atras.El Loco esta gris,y la mirada delata una tristeza vieja como el tiempo.Fuma y busca en lugares extraños una llave que le devuelva todo lo que tenia,sueña que vuelve a ser el mismo.Pero se despierta y es otro.En el casino lo saluda una croupier que hace rato le da vueltas en el mate.La piba tiene la piel suave y lo besa en la mejilla.Al loco en ese momento le vuelven los colores.Le desea suerte,y mas tarde cambia de mesa.Igual que un psiquiatra,no puede atender personas conocidas.
El Loco pide con 15 y gana al Black Jack.La chica mira de lejos.Al loco le vuelven los colores.En el baño del casino se despide de los colores,la cocaina le acelera el corazon,pide un whisky en el bar y sigue gris como un muerto.En una hora viene el cierre,tiene taquicardias que baja a fuerza de Jhonny Walker,se molesta con el hielo, y enfila a la mesa de ruleta,clava dos segundas docena y en la tercera cambia pero sale otra vez a segunda.
"Vamos a la primera"- dice sin pensarlo dos veces.
Efectivamente,se clava la primera y el loco festeja.Pide mas whyski y en el baño se acaricia de nuevo la nariz.
Salir victorioso es su unica alegria,pero la piba esta fusilada en el Bar de los Ciegos,esperando en la mesa de la entrada,desayunando o vaya a saber que.Nada.La piba se acerca al loco y le dice sin mediar palabra alguna le dice:
- sos un puto -
El loco la mira en silencio,la piba tiene los ojos estallando de lagrimas.
- Sos un puto del orto -
El loco esboza un "mierda" imperceptible,y ella solamente lo mira.
- Podrias desayunar conmigo alguna vez -
- Ta bien te invito - se anima el loco
- Na,mejor vamos a casa -
Un taxi lleva al espectro del loco,absolutamente sacado de adrenalina y merca.La piba le habla de cosas interesantes y el pelotudo no puede decir ni mu.
El taxi se pierde y en la radio hay una cancion de manu chao.
La piba esta cerca del cielo,el boludo del loco en cualquier parte.Los acontecimientos sucede en cualquier lugar.Los boludos tampoco hacen historia.
Ya no brilla ni luce como años atras.El Loco esta gris,y la mirada delata una tristeza vieja como el tiempo.Fuma y busca en lugares extraños una llave que le devuelva todo lo que tenia,sueña que vuelve a ser el mismo.Pero se despierta y es otro.En el casino lo saluda una croupier que hace rato le da vueltas en el mate.La piba tiene la piel suave y lo besa en la mejilla.Al loco en ese momento le vuelven los colores.Le desea suerte,y mas tarde cambia de mesa.Igual que un psiquiatra,no puede atender personas conocidas.
El Loco pide con 15 y gana al Black Jack.La chica mira de lejos.Al loco le vuelven los colores.En el baño del casino se despide de los colores,la cocaina le acelera el corazon,pide un whisky en el bar y sigue gris como un muerto.En una hora viene el cierre,tiene taquicardias que baja a fuerza de Jhonny Walker,se molesta con el hielo, y enfila a la mesa de ruleta,clava dos segundas docena y en la tercera cambia pero sale otra vez a segunda.
"Vamos a la primera"- dice sin pensarlo dos veces.
Efectivamente,se clava la primera y el loco festeja.Pide mas whyski y en el baño se acaricia de nuevo la nariz.
Salir victorioso es su unica alegria,pero la piba esta fusilada en el Bar de los Ciegos,esperando en la mesa de la entrada,desayunando o vaya a saber que.Nada.La piba se acerca al loco y le dice sin mediar palabra alguna le dice:
- sos un puto -
El loco la mira en silencio,la piba tiene los ojos estallando de lagrimas.
- Sos un puto del orto -
El loco esboza un "mierda" imperceptible,y ella solamente lo mira.
- Podrias desayunar conmigo alguna vez -
- Ta bien te invito - se anima el loco
- Na,mejor vamos a casa -
Un taxi lleva al espectro del loco,absolutamente sacado de adrenalina y merca.La piba le habla de cosas interesantes y el pelotudo no puede decir ni mu.
El taxi se pierde y en la radio hay una cancion de manu chao.
La piba esta cerca del cielo,el boludo del loco en cualquier parte.Los acontecimientos sucede en cualquier lugar.Los boludos tampoco hacen historia.
lunes, febrero 09, 2004
Pero el amor imposible no es cosa de prudentes, sino de Quijotes.
Sólo cuatro veces en doce años vio Alonso Quijano a Aldonza
Lorenzo.
Jamás cruzaron palabra. Pero eso le bastó para vivir en ella y por
ella.
Sin esperar recompensa.
Por eso, señores, si acaso atesoran ustedes uno de estos metejones
locos, a no arrepentirse. Sigan soñando y esperando lo imposible. Aunque
sepamos que nuestras ilusiones no habrán de cumplirse nunca, sigamos
acariciándolas. Lo contrario sería - como pensaba Wimpy - confundir
una ilusión con un pagaré.
Será una larga jornada. Muchas veces tendremos ganas de contar
nuestra pena, pero no podremos hacerlo, para no profanarla. Siempre
estaremos solos y tristes, pero no es para tanto. Después de todo, ya
se sabe que los únicos paraísos que existen son los paraísos perdidos.
Alejandro Dolina (Balada del amor imposible)
Sólo cuatro veces en doce años vio Alonso Quijano a Aldonza
Lorenzo.
Jamás cruzaron palabra. Pero eso le bastó para vivir en ella y por
ella.
Sin esperar recompensa.
Por eso, señores, si acaso atesoran ustedes uno de estos metejones
locos, a no arrepentirse. Sigan soñando y esperando lo imposible. Aunque
sepamos que nuestras ilusiones no habrán de cumplirse nunca, sigamos
acariciándolas. Lo contrario sería - como pensaba Wimpy - confundir
una ilusión con un pagaré.
Será una larga jornada. Muchas veces tendremos ganas de contar
nuestra pena, pero no podremos hacerlo, para no profanarla. Siempre
estaremos solos y tristes, pero no es para tanto. Después de todo, ya
se sabe que los únicos paraísos que existen son los paraísos perdidos.
Alejandro Dolina (Balada del amor imposible)
Las personas decentes nos piden madurez y resignacion . Quieren
que olvidemos nuestras tragicas ensoñaciones. Pero nosotros no queremos
olvidar. Y el que olvide, jamas, jamas podra ser nuestro amigo.
Ni siquiera cuando volvamos a encontrarnos otra vez y para siempre.
Alejandro Dolina (Refutacion del regreso)
que olvidemos nuestras tragicas ensoñaciones. Pero nosotros no queremos
olvidar. Y el que olvide, jamas, jamas podra ser nuestro amigo.
Ni siquiera cuando volvamos a encontrarnos otra vez y para siempre.
Alejandro Dolina (Refutacion del regreso)